Ensayo sobre la reencarnación

*Se habla con facilidad acerca de la reencarnación. Y sin embargo, es necesario conocer en base a qué se niega o afirma tal aseveración.
*El hinduismo habla de ella con el término metempsicosis (del griego “meta” (después, sucesivo) y “psyche” (espíritu, alma) Esta doctrina sostiene que los psiquis de los muertos ocuparán otros cuerpos para poder perfeccionarse en una vida posterior.
*La creencia proviene de la antigüedad y ha estado presente en diversas culturas religiosas. Las que hunden sus raíces en el hinduismo, las denominadas dhármicas la explica como un ciclo de sucesivas regeneraciones, una especie de rueda para alcanzar la perfección.
*Más concretamente, el brahmanismo, en su expresión popular del hinduismo explica cómo el alma, al fallecer la persona abandona su envoltura al considerarla ya inservible. Es un estado intermedio, en el cual el espíritu, según la vida que ha llevado hasta ese momento el individuo habitará en seres que disfrutan o padecen una existencia superior o inferior (cielo o infierno); la que no se adecue a ninguno de ellos pasaría a ocupar la correspondiente a una vida humana, viniendo a fundirse tanto en personas como en animales. La conducta observada en cada ciclo la haría ascender o descender en esa rueda que procura su perfeccionamiento.
*La creencia aparece en las Upanishad (cada uno de los casi 150 libros hinduistas, algunos escritos en verso) compuestos entre el siglo octavo y el cuarto antes de nuestra era.
*La doctrina estuvo presente en la antigua Grecia, hasta el punto de asegurarse que el propio Pitágoras reconoce al amigo muerto en el cuerpo de un can. E incluso Platón, en “La República” sostiene que un guerrero fallecido en la batalla regresa posteriormente.
*El judaísmo, de igual manera que el cristianismo no la acepta, pero en un rama de la Cábala se lee que el ánimo puede transmigrar y que los hombres (¡atención!) “no saben que están siendo traídos delante del tribunal”. Más adelante insiste en el término con diferente variante -que igualmente nos ha de poner en alerta para la conclusión que habremos de hacer de este tema- al añadir “ellos son ignorantes de las muchas emigraciones y pruebas secretas a las que deben ser sometidos.
*Hasta aquí hemos citado la futilidad corporal tras la muerte y cómo el ánima escapa para ser perfeccionada en sucesivas reencarnaciones hasta alcanzar su culminación. E incluso el tribunal que habría de juzgarla. También de la ignorancia consciente del sujeto.
*Primera consideración.- Tratar de imponer que el cuerpo, al morir, según la doctrina cristiana habrá de cobrar una nueva forma escapa a nuestro conocimiento racional, no siendo objeto de nuestro análisis. Ciertamente, el hombre, además del cuerpo posee una entidad superior y diferente que es desde la que habremos de hacer el planteamiento que nos ocupa, es decir, hablar de la esencia, que es la que la reencarnación pretende salvar (a no ser que en algún lugar del brahmanismo se dijese que el cuerpo resucitará de la manera que conocemos, con lo cual estaríamos situándonos en una variante de la escatología cristiana).
*Segunda consideración.- Al citarse un “tribunal” habremos de aceptar que ha de existir un Juez Supremo. Esto es, “Alguien” (no algo) que supuestamente habrá de ser un ente superior al propio reo (el hombre). No impersonal (menos que el hombre) Tampoco persona (pues sería equivalente al propio humano) sino más bien transpersonal ( sin ser menos, más allá del hombre).

*Y aquí comienzan a abrirse los interrogantes.
*La condición básica del hombre es la libertad. Sin ella no podría serlo. Es decir, habría sido creado por ese Ser Superior como otra criatura (por ejemplo, lo que en la teología se entiende como los ángeles; seres que no tienen una voluntad sino que son la voluntad y expresión de Aquél que los creó).
Pero, incluso a nivel humano, se defiende el libreo albedrío como lo más consustancial a ser hombre. El hombre, sabemos, que desde su nacimiento a su muerte va evolucionando, tanto a nivel físico como intelectual y anímico. Toda su vida está orientada y presidida por ese proceso. Sin ella no podría elegir su destino: perderse o encontrarse. Abocado a la nada tras su extinción (infierno) o abierta la posibilidad de retornar con el Ser que lo creó ( lo que llamamos “cielo”).
*Tercera consideración.- Dadas las dos anteriores, esto es, que el hombre posee una esencia que está sujeta a un Juez, pasamos a tratar específicamente su parte anímica.
Su liberación definitiva (salvación) pasa por el bagaje que lleva en el momento de su óbito impreso en ella, que ha de aceptarse o rechazarse en virtud a ello; si aceptásemos el principio de la reencarnación estaríamos admitiendo determinadas contradicciones.
* I).- La salvación (hemos citado la del alma, si bien preferiría hablar de la integral, esto es, de su personalidad psicosomática) significaría que el propio hombre merece en su pequeñez, por si mismo, toda la consideración divina; autoredimirse en virtud de su méritos. Lo cual viene a indicarnos, que merecería al propio Dios que lo ha creado. No actuaría el Ser por pura gratuidad, sino que el hombre se haría acreedor de ella. Es decir, pondríamos en igual plano la realidad humana y la celeste. ¿Paridad entre la criatura y su Creador?
* II).- Si los méritos no son suficientes y aceptamos el hecho de la rematerialización espiritual- téngase en cuenta la cita que se ha hecho al respecto de la Cábala judía- admitiendo que será juzgado, ese juez ha de ser el mismísimo Dios- ¿qué necesidad tiene ese Dios de insuflar su “yo” terreno más real e intangible en un nuevo cuerpo para el acto de determinar su sanción?
* III).- Continuando en la línea expuesta, si hemos admitido que el hombre necesita de su libertad en tanto lo es, no se entendería que pasase a animarse en un cuerpo diferente, sin tener consciencia de sí mismo. O sea, con una identidad nueva, sin recordar la anterior. Porque, de ser así ¿cómo relacionar las obras que pueda realizar en el ciclo que inicia, con las vividas? ¿No se trataría en tal supuesto de una nueva persona?
* IV).- Más allá de lo expresado y ahondando en el apartado 1), se supone que en ese ir y venir en constantes transmutaciones, en algún momento conseguiría la resolución primera alcanzar la perfección o purificación, lo cual nos lleva a preguntarnos si duraría toda la humanidad, desde el comienzo a su extinción( lo que nos abre una nueva interrogación: infinidad de cuerpos materiales y al mismo tiempo restricción del número de las almas) Y lo que es más, algo que es prácticamente inaceptable, esto es la perfección ¿Puede el hombre alcanzar la culminación por sus propias obras? ¿No estaríamos en tal supuesto hablando de un hombre diferente al que conocemos? ¿Podría, en cualquiera de sus reapariciones, limpiarse totalmente de las cargas adheridas durante las vidas anteriores, hasta el punto de su perfección?
La doctrina cristiana propugna algo que, independientemente de su consideración religiosa, es más fácil de admitir que lo que de la aceptación del resurgir se desprende, ya que el humano no podrá nunca merecer la salvación en base a sus méritos al ser limitado, ante lo ilimitado de Dios- lo que equivaldría a merecer al mismo Creador.
*Ni siquiera uno solo en toda la historia de la humanidad, mero hombre, ha podido almacenar tal cúmulo de virtudes. A saber, la perfección.
Ángel Medina